Terapias del Alma

Despertemos nuestra conciencia e iluminemos nuestros corazones, sin olvidar cuán importante es iluminar los corazones de nuestros hermanos y hermanas para que ellos puedan despertar su conciencia también.

Ayudemos a todos los seres a vivir en armonía y sembremos amor y paz allá por donde caminemos.

Con todo mi amor y con todo mi corazón.

Mil bendiciones a todos.



jueves, 20 de diciembre de 2012

SABER DECIR ADIÓS




Hace unos días comencé un ejercicio que jamás pensé que podría llevarme hasta éste lugar. Simplemente tomé un folio en blanco y comencé a anotar, una por una, las cosas que componían mi vida. Primero las materiales: tantos cientos de libros, una cámara fotográfica, una caja donde guardo recuerdos de viajes, tantas camisas, tantos pantalones, un juego de palos de golf, mi ordenador portátil, la guitarra... y así con todas y cada una de las cosas materiales que me rodean. Desde el coche hasta una dirección de email. Al principio pensé que sería una tarea titánica, pero me sorprendió gratamente ver que el listado apenas superaba los renglones de una hoja. Ventajas de vivir lejos de tu país y de que te guste mudarte de casa a menudo, supongo.

Al día siguiente fui un poco más allá. Empecé a apuntar en otra hoja aquellas cosas inmateriales que pertenecen a mi mundo de una manera u otra: las personas que conozco, los conocidos que no conozco, las experiencias que he vivido, los lugares que he visitado... todo lo que he ido cargando en mi mochila en estos 36 años...

Esta lista fue algo más larga, lo admito, pero sobre todo más extenuante. Es increíble la cantidad de cosas que llevamos dentro y que no sabemos que están allí hasta que les ponemos nombre. Y que nos pesan. Aunque no las veamos.

Recuerdo que esa noche pensé: de ésto se compone mi vida. Si hoy me fuera de éste mundo, o si finalmente cayera el condenado meteorito el viernes, ésta habría sido mi paso por la tierra. No está mal la verdad, nada mal.

Pero... ¿y si me regalara un nuevo comienzo? Cómo y hacia dónde me gustaría ir? y sobre todo... qué me gustaría llevar realmente?

Esta pregunta me consumió durante una noche, pero a la mañana siguiente se transformó en energía. Y era una energía aniquiladora! Cogí grandes bolsas de residuos y comencé a deshacerme de todo lo superfluo: ¿para qué quiero 5 relojes si siempre utilizo el mismo? ¿Para qué acumulo tanta ropa si siempre me gusta una poca? ¿Para qué tantos libros si existen las bibliotecas? ¿Y tantos archivos en el ordenador? ¿Y tantos papeles? ¿Y tantas cosas que ocupan lugar, un lugar finito, y pesan, pesan, pesan, en tantos sentidos? Así que implacablemente me libré de todo lo que he podido, al mismo tiempo que tachaba de la lista las cosas que ya no pertenecían a mi mundo. ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fueraaaaaa! Y sí... mucho más liviano, y en paz.

Miré de reojo el folio con la lista de inmateriales. Sabía que sería más difícil y doloroso, pero en ello estoy aún... Al final, la vida son cosas pequeñitas, insignificantes, y nada que no se pueda llevar en la muerte importa realmente. Así que ¿para qué tener tantos "amigos" en Facebook si realmente no conoces a ninguno y les faltas el respeto no pudiendo prestarles atención? ¿Para qué hacemos tantas cosas que no nos apetece y tan pocas que realmente nos conmueven? ¿Por qué elegimos las cosas que nos dicen y no las que queremos? Es como decir que no cuando queremos decir que sí y decir que sí cuando queremos negarnos. Es tan simple y complicado como eso.

Sé que no es fácil. Sé que vivimos en un mundo de carne y hueso donde todo lo etéreo parece fantasía. Pero... y si... vaciamos un poco las maletas?


Ariel Almada

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