Entre
las orillas del dolor y el placer fluye el río de la vida. Sólo cuando la mente
se niega a fluir con la vida y se estanca en las orillas se convierte en
problema. Fluir quiere decir aceptación, dejar llegar lo que viene, dejar ir lo
que se va.
Sri Nisargadatta Maharaj
Estamos en otoño. Los árboles se tornan de colores rojizos y día
a día van perdiendo sus hojas, que van rodando por las calles. También para
nosotros, seres en proceso de crecimiento, es tiempo de soltar y dejar caer.
Tiempo de desnudarse, como se desnudan los árboles en otoño, y desprenderse de
lo que nos sobra, como las hojas que fluyen en la corriente de un rio. Es momento para la renovación,
de ir hacia la esencia, de dejar morir y abandonar todo lo que nos pesa,
ata y limita. De soltar aquello que nos impide fluir con la Vida: los apegos.
Cabe preguntarnos: ¿A
que estoy apegado? ¿De qué necesito desprenderme? La imagen es soltar, dejar de retener,
abrir la mano y dejar ir. Desprendernos de objetos materiales que puedan
servir a otros. Dejar de aferrarnos a relaciones insanas, dependientes y
dañinas. Soltar nuestro apego a la tristeza, el vicio de la melancolía. Soltar
viejas creencias y resistencias. Soltar ideas locas, esas fijaciones cognitivas
que arrastramos desde la infancia. Soltar y dejar atrás el peso de los condicionamientos
de las relaciones con nuestros padres en la infancia.
Atreverse a hacer algo nuevo, dar rienda suelta a algunas
emociones, por ejemplo el enfado. Algunas personas no se atreven a enfadarse
por miedo a ser abandonadas y luego reaccionan desde una agresividad
pasiva. Aprovecho
para reivindicar el valor de la protesta como paso previo a la aceptación, la
protesta como sana autoafirmación de la propia existencia y signo de una
buena autoestima.
Soltar culpas, resentimientos y rencores. Perdonarse y perdonar.
Soltar miedos, esquemas mentales, rutinas, vicios y malos hábitos. Ejercitar el desapego. Atrevernos a ser libres, atrevernos a
Ser, caminar ligeros de equipaje, como El Loco, el arcano del Tarot. Perder el miedo a perder.
Verdaderamente, la
práctica del desapego nos conduce a la libertad interior.
Son muchas las capas que hay que ir abandonando para llegar a la
esencia. El
camino requiere soltar lastre, ir despojándose de condicionamientos, creencias
y limitaciones, vislumbrar ese lugar de quietud en nuestro interior y quedarse
a vivir en él. Hace
unos días tuve un bonito sueño: me encuentro que mi casa (que no es mi casa
real) ha sido asaltada, pisada, revuelta. La miro y no doy crédito, sorprendida
me pregunto: “¿cómo he permitido que esto sucediera?” De pronto me toco el
corazón y me digo: “mi corazón no puede ser destruido, este es mi verdadero
hogar y es inalterable”. Es cierto, pase lo que pase nuestra esencia está
intacta.
Necesitamos aprender a desprendernos de lo viejo para abrirnos a
lo nuevo, sin embargo la tendencia es aferrarnos “con uñas y dientes” a lo
familiar y conocido, actitud vital que termina conduciéndonos inevitablemente
al sufrimiento. Cuando tomamos
conciencia de la impermanencia inherente
a la Vida y la fugacidad de todos los fenómenos, de que lo único que tenemos en
realidad es el ahora,
empezamos a ejercitar el desprendimiento como actitud vital y aprendemos a
fluir con los acontecimientos, lo que nos conduce hacia la auténtica libertad.
El
sendero hacia la esencia no pasa por perfeccionarnos o “mejorarnos” como mucha
gente cree, sino en desprenderse y soltar. El
proceso de descubrir quiénes somos consiste en dejar ir, en abandonar todo
aquello que nos impide Ser. Soltar abriendo la mano, soltar dejando escapar
el aire lentamente diciendo adiós, y sobre todo soltar observando los
pensamientos, los patrones de conducta y todo aquello a lo que estamos
apegados, sin lo que, realmente, podemos vivir. Observar nuestros apegos una
y otra vez derriba los muros de nuestro ego. Esta práctica es, junto con la
meditación, una buena compañera en el viaje de nuestra vida.
Desde
la perspectiva budista, el
sufrimiento aparece cuando nos oponemos al flujo de los acontecimientos,
cuando tratamos de aferramos a lo que inexorablemente se va, ya sean personas,
sucesos, objetos o ideas. «Todo
fluye», decía el filósofo griego Heráclito. Puesto que la vida es un cambio
continuo y todo es fugaz y transitorio, es el intento por aferrarnos a una
realidad cambiante la causa de nuestro sufrimiento.
Estamos
atrapados por nuestra personalidad, dominados por viejos hábitos, creencias
limitantes, condicionamientos, miedos y defensas. Nos liberamos cuando
dejamos de identificarnos con el ego, cuando renunciamos esa imagen congelada
de nosotros mismos, cuando dejamos de aferrarnos a esos mecanismos
reactivos y vamos abandonando las estrategias basadas en el miedo.
Nos
identificamos con nuestro ego para aferrarnos a algo que nos proporcione
seguridad ante la angustia existencial, el devenir de la vida, la muerte. Y ello
se debe a que es lo único que conocemos: hemos olvidado lo que somos en
esencia, hemos perdido la conexión con el alma. Necesitamos escuchar nuestro
corazón y nuestra alma. ¿Y qué
anhela el alma? Ser en toda su plenitud, expresarse, expandirse como un Sol
luminoso que irradia calor, vida, energía. Cuando permanecemos ahí nos sentimos
completos y somos uno con el Todo.
Nuestra
esencia es luz, creatividad, amor. Es un Sol luminoso oscurecido por las capas
de condicionamientos que lo envuelven y aíslan. Somos seres espirituales, compartimos una
esencia común divina, pero nos hemos construido una coraza que nos dificulta el
acceso a ella. Al Ser
accedemos estando presentes en soledad y silencio. El Ser se revela al
detenernos, permanecer y escuchar. Al
atravesar esas capas de condicionamientos y traspasar los límites del yo para
ir un poco más allá y más adentro. Cuando
se abandona lo que se es para darse la oportunidad de devenir
en aquel que aún no se es.
El
Budismo y las diferentes vías espirituales nos invitan a transitar la vía del desapego,
a soltar y no aferrarnos a nada, a confiar en el fluir de los acontecimientos.
El apego emocional trae consigo inevitablemente temor, dolor, angustia y
soledad pues antes o después todo cambia, se transforma y desaparece. Sólo en el devenir, en el constante
fluir podemos Ser, vivir y amar plenamente.
Y como se recupera la fe creer en mi despues de tantos fracasos y descriminacion asta de la familia a dejar de ser conformista y dejar de pensar mas en los demas que en uno mismo el saver que tu forma de ser es la causante de tu fracaso pero te llenas de miedo a inponerte a lo que tu crees y piensas por miedo a ser rechasado y quedarse solo entonces decides buscar complaser a los demas solo por sentir ese poquito de afecto que te llena y te hace sentir bn por un instante pero despues de ese instante te das cuenta que quedaste solo otra ves y buscas hacer cualquier cosa para conseguir otro poco de ese afecto que te hace sentir que haces parte del mundo y se conbierte en un circulo vicioso del cual no puedes salir y que te unde mas y mas sin resicir una mano que te apoye y en cambio de apoyo resibes criticas y jusgamientos que te unden mas y te quitan fuerzas para seguir luchando y quieres rendirte y tirar todoa la basura pero recuerdas que hay ñersonitas que estan a cargo tullo y no tienen la culpa de tu fracaso y buelbes a intentarlo pero es una batalla solo que no puedes superar por que lo que esperas que alguien crea en ti pero ese aalguien no esta
ResponderEliminar