Terapias del Alma

Despertemos nuestra conciencia e iluminemos nuestros corazones, sin olvidar cuán importante es iluminar los corazones de nuestros hermanos y hermanas para que ellos puedan despertar su conciencia también.

Ayudemos a todos los seres a vivir en armonía y sembremos amor y paz allá por donde caminemos.

Con todo mi amor y con todo mi corazón.

Mil bendiciones a todos.



martes, 14 de octubre de 2014

El poder de las palabras bien o mal habladas


Antes de hablar pregúntate si lo que vas a decir es verdad, es amable, es necesario, es útil.
Si la respuesta es no, tal vez lo que estás a punto de decir no debiera ser pronunciado.
Bernard Meltzer (1916-1998)
Las palabras en otro tiempo eran menos y más precisas y todo el mundo las entendía.
Hoy, en la era de la iluminación y la comunicación, las palabras se han multiplicado y mezclado y su significado se ha difuminado como el contorno de los objetos tras el crepúsculo.

Los que dominan los medios de comunicación, las manipulan; los que las reciben se ven abrumados hasta el punto de que lo que se dice ya no convence a nadie ni aporta certeza alguna... quién se cree ya casi nada? y las palabras despojadas de sentido verdadero deben ser repetidas una y otra vez para poder convencer con su mensaje al receptor.

Los sutras expresan con las menos voces posibles significados esenciales y concretos. Aquí menos es más, cuantas menos palabras mejor, más fáciles de recordar. Provienen de la era de la transmisión oral, entonces, las palabras sí tenían poder, las lenguas pali y sánscrita sobre todo pero también la tibetana, china y japonesa, algunas otras eran más rudimentarias pero gozaban de una enorme precisión y contenían veracidad y autenticidad.

Como refería Trungpa: la verdad no es excitante... mientras que la mentira ofrece el estímulo de la aventura, la posibilidad de sentirse creador de la realidad que se describe, una necesidad vital según algunos psicólogos para mantener el ego activo y lúcido. La capacidad de fantasear y de colorear la realidad es inherente a nuestra forma de percibir el mundo. Quizá sea la razón por la que hemos llegado hasta aquí, donde verdad y mentira tanto se confunden.

Antes, un mentiroso era reconocido y aún señalado como tal. Hoy la mentira no se considera un desajuste comunicativo sino algo aceptable para hacer las cosas más llevaderas, así se habla de mentiras piadosas, de medias verdades, se miente a los enfermos, a los niños y a los mayores con la razón de que no pueden o no deben escuchar la verdad y desde luego y de modo sistemático se miente en los negocios, en la política y en los medios de comunicación.

Gandhi decía que satya (veracidad en sánscrito) proporcionaba el poder de predecir el futuro, si un practicante de satya decía que iba a llover, llovía; y si decía que se acercaban días de abundancia, éstos llegaban. No obstante un satyasin hablaba poco, el silencio es un aspecto esencial del habla correcta.
Vamos muy mal, testigo de ello son las innumerables tertulias de radio y televisión donde todo el mundo se atreve a hablar de todo y más, explotando ideas y posiciones que no son resultado de la reflexión o el estudio sino simplemente producto de la espontaneidad y la verborrea más o menos brillante de cada uno, lo que viene siendo de toda la vida “de cosecha propia”.

Budha fue muy claro en cuanto al habla correcta. No es habla correcta mentir, lo cual incluye el cinismo y la exageración, ni es habla correcta usar palabras hirientes, juzgar mal a otros, hablar de ellos sin estar presentes, ni hablar por hablar bla, bla, bla, bla, como decía Lama Yeshe con su gracia característica.
Algunos maestros de meditación actuales achacan los enormes problemas de la comunicación que todos padecemos a esta banalización de la magnífica herramienta humana que es el habla.

Escuchar el Dharma es una actividad que puede ayudar a compensar el exceso de palabrería. Suele conducir a la reflexión, a la meditación y al recogimiento donde lo escuchado puede ser digerido y absorbido. Este proceso siempre conlleva SILENCIA, pues para ponderar en verdad algo tal condición resulta imprescindible.

Reivindicamos las “palabras buenas”, pero no en el sentido literario o estético, donde lo que se dice no se valora igual que el cómo se dice. No nos referimos a ese uso de las palabras, sino al habla que se comunica teniendo profundamente en cuenta al receptor y al mensaje que se proyecta, que sirve para elevar tanto al que lo expresa como al que lo escucha, que tiende a la reflexión, se aparta de la pura especulación excitante o intelectual y busca una comunión por medio de la creatividad veraz.

Texto Original de 
Xavi Alongina
Ediciones Dharma

Corregido y editado

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