Decía Herman Hesse que el que sabe amar es feliz.
Y, sin duda, también lo es aquél a quien han amado.
El problema actual no es otro que la falta de tiempo: "Ahora los
padres cuentan con muchos manuales, están y se han preparado mucho
profesionalmente, pero no tienen tiempo y esto hace que se olvide un poco el
sentido común que es lo que se necesita, básicamente, para educar a un
niño". Así que "lo que nunca nos han enseñado" sobre los niños
no son más que pautas de sentido común:
1. Cuando una voz
interior nos dice "hay algo que no estoy haciendo bien porque me cuesta
mucho que el niño obedezca", entonces existe un problema y lo que hay que
hacer es muy sencillo: parar y observar. Observar qué hace el niño, quiénes
estamos con él en ese momento, qué estamos haciendo y qué le decimos, porque lo
que tú le estás contestando como adulto a lo mejor está reforzando su postura.
Nos daremos cuenta de que los niños lo que reclaman el 99% del tiempo es
atención, y hará lo posible para conseguirla.
2. Otra de las
consecuencias de la falta de tiempo es la sobreprotección. Un niño siempre va a
preferir estar con sus padres y lo normal es que cuando no esté con ellos les
eche de menos, pero lo que debemos evitar es que sea incapaz de quedarse con
otras personas, cosa que se logrará fomentando los vínculos con abuelos, tíos o
amigos cercanos y dejándole de vez en cuando con ellos.
3. Evitar la frustración,
que es la cara b de la sobreprotección, es uno de los grandes males de hoy en
día: no le digamos nada al niño (ni siquiera que apague la televisión) no vaya
a ser que se frustre. El resultado son niños que no aprenden el valor de la
paciencia, que no tienen recursos ni habilidades, que son inseguros y
probablemente más infelices porque carecen de la autodisciplina y la motivación
para conseguir lo que quieren.
4. Los niños aprenden con
el ejemplo y el modelo de los padres es lo fundamental. Si absorben un ambiente
en el que reina la ansiedad y la crispación, el niño será ansioso y estará
crispado porque imitan todo lo que ven, para lo bueno y para lo malo. Pero en
muchas ocasiones no gritar resulta difícil, ¿cómo conseguir evitarlo? "los
niños son los campeones de la observación, si saben que cuando pegas el séptimo
grito es el momento de tomarse la leche, esperarán hasta que lo des para
hacerlo y hasta entonces han conseguido que estés pendiente de ellos, los niños
saben que en cuanto se toman la leche, ya no les haces caso. Toca cambiar de
pauta. Hablarlo la noche anterior es una buena estrategia: mañana, mientras te
tomes la leche, estaré a tu lado".
5. Algunos padres piensan
que las normas anulan la personalidad del niño pero es un error de base porque,
para asentar su personalidad, necesitan saber lo que pueden hacer o no y lo que
está bien o mal. Poner límites no es vivir a toque de corneta ni en una
dictadura militar, muy al contrario, los niños son pizarras en blanco y deben
saber cosas tan básicas como que no se pega, no se hace daño, no se grita o no
se ponen los zapatos encima de la mesa o del sillón.
6. Uno de los grandes
errores es hacer las cosas por los niños porque tenemos prisa: vestirles,
darles la comida... Hay que entender que su ritmo es diferente y que, por lo
tanto, necesitará al menos una hora en ese proceso. Son los padres los que deben
ajustarse al horario del niño y no al contrario, lo lógico es acostarse pronto
y levantarse antes para que el niño pueda hacer todo a su ritmo.
7. No hay mayor desprecio
que no hacer aprecio. Si el niño falta al respeto lo mejor es no entrar en la
provocación sino retirarse elegantemente y decirle "yo así no te hago
caso". Cuando el adulto se va, es cuando el niño para y reflexiona.
Y trabajar la inteligencia emocional, nunca son demasiado pequeños para
ayudarles a identificar sus emociones y saber gestionarlas. "Porque es
algo en lo que estamos fracasando", nos explicó José María Álava Reyes.
"Nunca antes en la historia ha habido un cambio y una transformación de la
sociedad tan rápida, no tiene nada que ver nuestra infancia con lo de ahora y
eso hace que los padres están muy desorientados, por eso caen en la
sobreprotección. Hoy en día la realidad es que los padres están perdidos y los
adolescentes, que son los menos felices de las últimas generaciones, están
insatisfechos". La clave está en comenzar a trabajar esos primeros 6 años
de vida. Y evitaremos muchos disgustos en el futuro.
*Los derechos de autor
de este libro se donarán en su integridad a la Asociación Nuevo Futuro.
By José María Álava
Reyes
Psicólogo
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