Hay momentos en la vida en que uno necesita sentirse respaldado y acompañado
en el camino. Cuando creamos las condiciones adecuadas, todo individuo es capaz de conectar
con su propia sabiduría interior y encontrar las claves hacia su bienestar
personal. El apoyo terapéutico nos ayudara a: ampliar nuestra mirada, superar
las dificultades y descubrir nuestro verdadero "sentido del vivir".
A afortunadamente hoy en día la búsqueda de ayuda psicológica
no está solo relacionada con la patología y el malestar. Muchas personas acuden
a consulta con la intención de mejorar en algún aspecto de su vida o
descubrirse algo más a sí mismos.
Si bien es cierto que las dificultades de la vida nos pueden
llevar a acudir a terapia, no es menos cierto que vivimos en un mundo en que la
pérdida de valores y de compromisos reales con nosotros mismos y nuestro
entorno, están generando un gran vacío interior.
Por ello también otras muchas personas acuden a consulta en
busca de este sentido existencial que les falta en su vidas. Personas que
aparentemente tienen una vida "modélica"; trabajo, familia,
amistades, etc, y que por distintos motivos sienten que les falta algo importante;
la misión existencial.
No necesariamente debemos imaginar esa misión como algo
profundo, oculto y difícil de descubrir, se trata más bien de ir eliminando
esas capas externas que nos confunden e impiden darnos cuenta de nuestra
verdadera esencia o sentido del vivir.
Estamos tan entretenidos con nuestro ritmo actual de vida,
las rutinas, prisas y demás quehaceres diarios, que somas "presa fácil"
para caer en los enredos cotidianos sin darnos cuenta en que invertimos nuestra
energía y qué importancia decidimos dar a cada circunstancia de nuestra vida.
La inmediatez y velocidad de nuestro ritmo diario solo nos
permite reaccionar a que nos pasa sin paramos a actuar con mayor consciencia
con lo que nos pasa.
Sin darnos cuenta el malestar se instala en nuestras vidas y
dejamos de disfrutar con lo sencillo. Nos pensamos que para volver a estar bien
tenemos que hacer grandes cambios o que tienen que ocurrir importantes
acontecimientos.
Nos confundimos, nos frustramos y, nos bloqueamos porque no
sabemos salir del "enredo".
Por eso cuando una persona decide acudir a terapia ya se ha
producido el primer cambio importante; la necesidad de observarse desde otro
prisma diferente que le permita tomar consciencia de aquello que le está
ocurriendo.
No siempre es fácil dar el paso, para eso tenemos que
superar algunos obstáculos, ideas o prejuicios que nos hemos formado sobre la
búsqueda de ayuda: no puedo estar tan loco como para ir a un psicólogo, que
pensaran de mí, seguro que esto no es nada, ya se me pasara..., etc, etc, etc.
La primera premisa en el trabajo terapéutico es entender al
ser humano sin etiquetar ni juzgar su comportamiento, solo de esta manera
podremos tener una amplia mirada del problema y también entonces, de todas sus
posibles soluciones.
Cuando somos capaces de entender que lo que nos está
sucediendo tiene una lógica en nuestro subconsciente, ya estamos entrando en el
terreno de la sanación de aquello que nos sucede.
Observar con y desde el amor lo que nos pasa, es fundamental
para superar las dificultades que nos vamos encontrando en el camino. Por
supuesto esto no quiere decir quedarme pasivo ante lo que me ocurre sino que mi
mirada amorosa a eso que me ocurre, me permite a la vez ampliar y reconocer mis
recursos internos que me lleven a resolver el conflicto.
En este sentido la terapia es una herramienta en si misma o
dicho de otra manera; un apoyo temporal sobre el que la persona aprende a
construir una nueva realidad en su vida, más coherente consigo mismo.
Por eso es importante no confundir las herramientas con el
fin es decir; la terapia no es el fin sino una herramienta que me permite
crecer y conseguir mayor autonomía en mi vida.
Pongamos otro ejemplo: la meditación es una herramienta muy valiosa
pero no un fin en sí mismo. Es decir, el hecho de meditar todos los días no me convierte
en mejor persona ni me hace estar más cerca de la felicidad.
Si me obsesiono con la meditación y pienso que no meditar un
día es una mala práctica, estaré desviando la atención de lo más importante. Es
la experiencia de meditación lo que me permite conectar conmigo pero no lo que
me produce la felicidad en mí día a día.
Si no traslado la amplitud de consciencia que consigo
meditando a mi vida personal, la practica en sí misma no me garantiza más que
un momento personal de desconexión. Por tanto podría simplemente ayudar a
fortalecer mí propio ego creyéndome mejor persona solo con la práctica
meditativa.
Esto también es aplicable al que hace uso de la herramienta
en el caso de la terapia; el psicólogo.
El psicólogo es un facilitador que permite a la persona ver
otros matices de su realidad. Acompaña en el proceso con la escucha activa, y
otras técnicas y recursos terapéuticos eficaces para la toma de consciencia así
como para el cambio de su presente.
En el trabajo terapéutico el psicólogo no posee la verdad ni
decide el camino del paciente. Se trata de un trabajo en equipo, de una interacción
continua entre terapeuta y paciente. El psicólogo actúa de espejo permitiéndote
ver las otras caras de tu realidad, tomando una nueva consciencia para encarar
las dificultades desde tu fortaleza e integridad con el objetivo de superar y
resolver los obstáculos del camino.
Por eso en la terapia se producen momentos mágicos de
mirada, respeto y cambio interno. Solo a través del amor y la confianza podemos
transitar lugares inciertos y en ocasiones dolorosos para realizar el
aprendizaje necesario y salir reforzados.
Llegar a este nivel de profundidad terapéutica es
imprescindible para el cambio pues trabajamos con lo más sagrado y sutil;
nuestra alma.
La mayoría de los enredos en los que nos vemos envueltos se
producen por la desconexión interna entre lo que quiero de verdad y lo que
siento que debo hacer por miedo a la perdida, el cambio, el rechazo, etc.
En realidad todos deseamos y anhelamos cosas, situaciones,
personas y además tenemos una consciencia interna de lo que está bien para
nosotros independientemente de lo que digan los demás. Respetar nuestra esencia
significa entrar en contacto con lo realmente autentico y digno de nosotros
mismos; la voz de nuestra alma.
La libertad del ser humano radica en la capacidad de elegir
y permitir que los demás elijan su camino. Para poder elegir sanamente debo ser
consciente de cuanto estoy de implicado o
“atrapado" en la situación pues cuanto más identificado estoy con
lo que me pasa, menos capacidad de elección tengo y más alejado estoy de mi
esencia o verdadero destino como ser humano.
Si mis elecciones son destructivas para mí o mi entorno, y además
se escapan de mi control, no estaré ejerciendo una libertad sana por lo que la
ayuda psicológica será imprescindible.
La labor del psicólogo consiste en reconectarte con tu
propia esencia, sana y amorosa, y así recuperar tu fortaleza interior para
avanzar hacia donde tú quieres en la vida.
No se trata de ir todos en la misma dirección, pero si en la
dirección sana para cada individuo. No hay una sola dirección adecuada sino
muchos caminos para llegar a la autorrealización personal.
Estando conectados con nuestras necesidades autenticas no
caeremos en el desanimo si no conseguimos nuestros objetivos en los primeros
intentos pero si tus anhelos no son auténticos, sucumbirás con facilidad a la tentación
de abandono y puedes llegar a convencerte pensando: esto no es para mí.
En el proceso terapéutico iras descubriendo lo que en
realidad quieres, lo que da sentido sano y vital a tu vida, más allá de lo que
se espera de ti. Encontrar la motivación interna y profunda es lo que te
impulsa en la vida para alcanzar tus objetivos personales, profesionales e
incluso espirituales esa es la meta de cualquier ser humano.
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